El viernes, 19 de septiembre, se produjo una esperada cita. El Hermano Aniceto Ramírez y los voluntarios Úrsula y Rolf Ohly,
después de pasar por algunas clases del Colegio durante la mañana,
compartieron con quienes quisieron y pudieron acudir su experiencia de
trabajo en Ruanda, en la Escuela La Salle Kirenge.
El ejemplo de estas tres personas, no jóvenes precisamente, de
implicarse y complicarse la vida con la atención a varios cientos de
niños ruandeses que demandan educación y, especialmente, cuidado humano y
cercano que cubra las carencias básicas.
La vida en Ruanda, lejos de la capital y de los centros tecnológicos
para toda África, es mucho más sencilla: los niños construyen figuras
con las pieles de los plátanos y la humildad de las casas iguala la
amplitud de las sonrisas.
Siempre queda la pregunta en el aire: ¿ahora qué? Escuchar a estos
voluntarios que llevan la misión lasaliana hasta uno de los rincones más
recónditos de África nos ayuda a mirar con interés y expectación a
nuestro alrededor. Muchos de los educadores del Colegio han colaborado y
siguen haciéndolo, durante estos últimos años con experiencias
similares de la mano de PROYDE. Seguro, seguro, que la capacidad de
cambiar el mundo la tenemos un poquito más cerca. A eso nos invita el
lema de este curso.
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